Duende Verde de los pantanos.





Leyendas de El Bolsón: 
Leyenda: Sobre la organización del Reino de los Duendes
Siempre hemos pensado que los duendes, hadas y todos los seres que constituyen ese mágico mundo, vivían solamente en las zonas de Europa del norte, lo cual no es excluyente de otros sitios, ya que al parecer, cada día hay mas pruebas de que en la región andino patagónica, mas precisamente en la zona del paralelo 42 de latitud sur, se han registrado encuentros y actividades relacionadas con los mencionados seres.
Los relatos son coincidentes en fijar como "punto de enlace", el ejido de El Bolsón y hasta el Lago Puelo.
Siguiendo la configuración natural de la cuenca hidrográfica, como si El Bolsón fuera parte del lago y el lago fuera parte de El Bolsón. Este ordenamiento geográfico, mas allá de las disposiciones humanas constituiría el hábitat unificado del reino de los duendes y las hadas en América del Sur.
Planteada la ubicación geográfica de este reino misterioso, podemos considerar la causa de su establecimiento, las cuales podrían ser: la inmensidad boscosa y virgen, la tierra fértil que la rodea, la cantidad de frutos silvestres, la generosa cantidad de arroyos, cascadas, ríos, y el mismo lago. Aquellos que ya han tenido oportunidad de vivenciar este reino han dejado trascender escasos datos.
A diferencia del reino del Hemisferio Norte pareciera ser que el de la Patagonia Andina configura uno de características "blancas y de luz", aunque ya sabemos que la entropía batalla en todos los niveles.
Las jerarquías con que se ordena este reino aún son desconocidas, pero pareciera que responden a las fuerzas de: El Espíritu del Agua, El Espíritu de la Tierra, El Espíritu de la Montaña y El Espíritu del Bosque.
“Volví a El Bolsón, aprovechando la buena climatología.

Era viernes, y a pesar de mi intención de salir, lo acabé pasando cenando en el hospedaje y compartiendo botella de vino mientras veía una película.

Así aproveché para recorrer la zona conocida como Mallín Ahogado; con un par de cascadas y un jardín botánico. Muchísimos hongos en el bosque húmedo, que me hacían sentirme como en el norte de mi provincia (solo faltaban guiputxis!!!).

De allí, para volver al Bolsón había 2 caminos: el directo y el que pasaba por la Cabeza del Indio. Elegí el segundo, a pesar de ser más largo, pero ya puestos a caminar...

La senda que iba hasta ahí se llamaba "Senda de los Duendes"; y obvio que uno no cree, pero capaz que el saber el nombre de la senda te crea una predisposición.

Esa sensación se sentirse observado continuamente, de oír ruidos (seguramente provocados por animales, pero bueh!) ... y lo más extraño fue cuando encontré unos palitos pequeñísimos, y muy finos, atados con un hilo fino a un costado del sendero. Esos palitos, yo no los veía de utilidad para un ser humano, pero para un duende... En fin, como las brujas: haberlas las hay, lo difícil es encontrarlas.”
 




Comentarios